Con carácter general los seguros son productos financieros con vocación de cobertura de riesgos, pero también son productos con una clara orientación hacia la generosidad, que se evidencia cuando en el momento de la contratación decidimos pensar en los demás para ampliar los conceptos, o incluso los capitales a asegurar, en aras a, no sólo minimizar posibles perjuicios derivados de posibles siniestros, sino incluso de poder compensar a los posibles damnificados de manera suficiente, aun cuando se trate terceros.
Esta afirmación se basa en el objeto propio de lo que es un seguro, cuya finalidad es protegernos a nosotros mismos o a otras personas, ante un posible daño sobre el patrimonio (propio o ajeno), o incluso sobre la vida o sobre la salud (tanto la nuestra como la de terceros), pero tiene especial relevancia cuando al invocar la garantía de un seguro ante un posible siniestro no somos nosotros mismos quienes nos beneficiamos de sus frutos, o dicho en términos de seguros, de las indemnizaciones correspondientes al capital asegurado.
Cuando contratamos nuestro seguro de autos e incluimos el seguro de Responsabilidad Civil del conductor, cubrimos todos los daños a terceras personas, tanto materiales como corporales, que se puedan producir debido al uso y circulación del vehículo. Cuando realizamos una análoga consideración incluyendo la Responsabilidad Civil en nuestro seguro de Hogar, en nuestro seguro de comercio o en el seguro de la empresa, también estamos realizando una previsión similar, con la clara intención de garantizar la cobertura de cualquier daño material o personal a terceros, que se pueda producir de manera fortuita.
Pero si hay seguros realmente generosos son aquellos en los que nuestra previsión atiende a minimizar el impacto de nuestra pérdida vital e irreversible, como en el caso de los seguros de decesos y de los seguros de vida.
Cuando pensamos en formalizar un seguro de decesos lo que pretendemos es evitar a nuestros allegados tener que soportar el importante desembolso (y los consiguientes quebraderos de cabeza que conlleva) la organización de un funeral, y todo ello sin considerar la importante carga emocional del momento.
Tener previsto el momento y haber contratado una póliza de seguros de decesos, constituye uno de los actos más generosos y desinteresados que podemos realizar en materia de seguros, pensando precisamente en los demás más que en nosotros mismos.
Hoy por hoy, el seguro de decesos es las modalidades de seguro más contratada en nuestro país, por detrás de los seguros de autos y los de hogar, y esto evidencia una cultura de convicción preventiva y altamente generosa en nuestra sociedad.
Contratar este tipo de seguros es relativamente fácil, y en ellos se incluyen todo un conjunto de servicios personalizables, orientados a la realización del sepelio y del funeral en caso de siniestro, y sus precios variarán en función del tipo de servicios contratados, así como especialmente en virtud de la edad del/los asegurado/s.
Los seguros de decesos suelen ser seguros cuyo coste no es elevado (dado que el capital a asegurar no es tampoco considerable), y que presentan facilidades de pago para sus tomadores o contratantes (mensual, bimensual, trimestral, semestral o anual).
Un aspecto que ayuda a favorecer la obtención de un mejor precio suele ser la incorporación de los miembros de la unidad familiar en la misma póliza (aunque puedan personalizarse los servicios elegidos para cada asegurado), ya que suele conllevar la aplicación de descuentos por colectivo. Por otra parte, la inclusión de menores, que en algunos casos suele ser cuestionado, no resulta en absoluto desdeñable, ya que el precio de la prima a pagar por ellos es muy pequeño, y el beneficio a considerar por el descuento familiar puede resultar destacable.
Por otra parte, a través de los seguros de vida, pretendemos garantizar que a nuestros beneficiarios no les falte el sustento económico –al menos durante un tiempo– en el caso de que se produzca un siniestro que nos inhabilite o incluso que nos impida la continuidad vital, otorgándoles el fruto del capital asegurado.
Actualmente este tipo de seguros también está en auge, aunque todavía lejos de otras modalidades de seguros, y toma especial relevancia en los casos en que tenemos obligaciones personales y familiares, así como posibles cargas financieras.
Los precios de estos seguros están condicionados por la edad del asegurado y por el montante del capital a asegurar, aunque también los factores de salud del asegurado pueden condicionarlo.
La personalización de estos seguros alcanza a coberturas no sólo por pérdida vital por cualquier causa, sino también orientadas a cubrir las consecuencias derivadas de accidente (invalidez total, absoluta o gran invalidez), incluyendo la posibilidad de la cobertura (por voluntad del tomador) de riesgos derivados del advenimiento sobrevenido de enfermedades graves como la diabetes, el cáncer, o incluso un infarto.
Estos seguros pueden incluir entre sus coberturas también servicios accesorios como la asistencia médica, el testamento “on line”, asesoramiento jurídico, o la segunda opinión médica (asistencia) en caso de enfermedad grave.
Si deseas conocer más sobre este tipo de seguros no dudes en contactarnos.