El temporal de nieve y frío que ha atravesado la península a largo de estos últimos días nos ha regalado imágenes inéditas por su belleza y por su excepcionalidad. Pero la nieve y el hielo, acompañadas del frío, suelen acarrear consecuencias que es preciso prevenir para evitar el advenimiento de determinados riesgos.
Riesgos en la carretera
Son quizás los más habituales y los más numerosos habida cuenta del importante volumen de desplazamientos que se producen a lo largo del día por nuestras ciudades y por nuestras carreteras.
Conducir con un temporal de nieve o de lluvia conlleva riesgos y más cuando el volumen de nieve o de lluvia caída supera las previsiones conocidas.
Antes de iniciar cualquier desplazamiento en carretera debemos tomar la precaución de informarnos bien, y con carácter previo, sobre las previsiones de fenómenos meteorológicos y/o atmosféricos con los que nos vamos a encontrar, sobre el estado de las carreteras por las que pretendemos transitar, y si no hay más remedio y nos vemos obligados a conducir por necesidad: llevar el depósito de gasolina de nuestro vehículo totalmente lleno, y llevar: un teléfono móvil cargado, ropa de abrigo, agua, algo de comida, y al menos una manta por si acaso. Por supuesto, llevar cadenas, y saberlas poner, nos puede evitar la inmovilización del vehículo si la nieve arrecia.
Por lo que respecta a la conducción, se debe reducir la velocidad, no realizar frenazos o aceleraciones bruscas, seguir la trazada del vehículo o de los vehículos que nos han precedido en la carretera y mantener una distancia de seguridad con otros vehículos más espaciada de lo habitual. Por otra parte cabe destacar que en el marco de la conducción, el coche va a ser más estable y seguro conduciendo en un régimen de marchas largas y velocidad reducida pero constante, especialmente si la nieve arrecia en la carretera.
Ante esta situación es muy posible que en el tránsito de un determinado viaje nos podamos ver impedidos en nuestra marcha, y que nos veamos aislados o inmovilizados en cualquier carretera. En caso de que esto nos ocurra deberemos intentar estacionar nuestro vehículo fuera de a calzada, o en el lugar más próximo al arcén, a fin de facilitar el posible tránsito de vehículos especiales capaces de limpiar las carreteras y/o de auxiliarnos en caso de necesidad. Y si tenemos que permanecer en el vehículo durante mucho tiempo, mantener el motor encendido y ventilar cada media hora el habitáculo para evitar respirar posibles excesos de monóxido de carbono, hasta que seamos auxiliados por los servicios de asistencia de nuestra aseguradora, o bien por los servicios públicos correspondientes en determinados casos.
Así mismo es conveniente levantar los limpia parabrisas evitando el contacto con los cristales, para así evitar su congelación (y evitar su posible ruptura en el momento de la descongelación), y pensando especialmente en el momento en que debamos proceder a reiniciar nuestra marcha, para que sea más fácil desprendernos de los restos de nieve o hielo que se acumulen en el parabrisas. Por supuesto es más fácil retirar la nieve que el hielo adherido, pero en caso de que el hielo sea inevitable utilizar un utensilio rígido (no metálico) y líquido anticongelante o con alcohol para desprender las posibles placas de hielo acumulado, y no utilizar agua caliente, ya que puede provocar la ruptura del vidrio debido al cambio de temperatura.
Lo peor que nos puede ocurrir en estas circunstancias es tener un accidente y no poder ser atendidos, por lo que en la medida de lo posible, debemos sopesar la auténtica necesidad del desplazamiento antes de realizarlo.
Riesgos en los edificios y en espacios abiertos
La nieve, el hielo y el agua pesan, y, con excepción de los lugares en los que son habituales este tipo de fenómenos naturales, los edificios en general no suelen estar preparados para albergar excesos de peso derivados de los mismos.
Es por ello que de igual forma que no hay desatender los puntos de entrada y acceso a las viviendas, así como las rampas de acceso a los aparcamientos, se debe prestar atención a la posible acumulación de nieve en los tejados, repisas, salientes, terrazas, balcones, macetas, y en general, en cualquier elemento de soporte que pueda servir de soporte o retención.
En este sentido es muy importante retirar la nieve a la mayor brevedad posible, o incluso evitar que cuaje (utilizando por ejemplo sal especial para la nieve), pero especial importancia tiene evitar que se produzca hielo en ningún punto de acceso o encima del edificio.
Cabe destacar que además de las incomodidades e inconvenientes que pueden provocar estos fenómenos climatológicos, la dejadez por parte de los propietarios o comuneros puede suponer responsabilidades en el caso de que se produzca algún siniestro que pudiere haber sido evitado.
Las canalizaciones y los desagües pueden quedar congelados si se acumula el agua o la nieve en su interior, es por ello que, en caso de resultar imprescindible, se puede hacer circular algún producto anticongelante (siempre siguiendo las recomendaciones del fabricante) para intentar mitigar los efectos de una posible congelación.
Si en los tejados o salientes se producen estalactitas formadas por hielo hay que retirarlas cuanto antes, ya que su desprendimiento descontrolado podría provocar daños muy importantes sobre las personas o sobre los bienes.
Finalmente, si en nuestra vivienda o comunidad de propietarios tenemos vegetación o árboles deberemos intentar vaciar en lo posible las copas para que no se acumule la nieve, ya que puede provocar rupturas o caídas con consecuencias imprevisibles.
La tentación de salir a hacer fotografías y a disfrutar de la nieve es inevitable para tod@s, por ello, si lo haces, que sea prudentemente sin ponerte en riesgo ni tu, ni a los tuyos.